Jorge Reyes - Comala (1986)




Comala es el tercer disco del músico y compositor Jorge Reyes, fué publicado en el año 1986 bajo el sello Producciones Exilio.
Género: Etnorock.
Comala es uno de los CD más importantes de Jorge Reyes. Es, como de costumbre, una profunda música chamánica mexicana nativa americana. El aumenta su acústica étnica con sintetizadores, procesadores y otros accesorios electrónicos. Esos implementos modernos intensifican la espiritualidad y la profundizan. También le dan a la antigua música ritual un sentimiento más contemporáneo y un aura que permiten e invitan a participar a más oyentes. En general, los extras mejoran la experiencia total. Hay algunos oscuros sobretonos para estos procesos. Reyes usa un drone profundo para acentuar esas texturas. Las misteriosas grabaciones de campo y los sampleos lo llevan al límite.  Este clásico difícil de encontrar atraerá a los fanáticos de Harald Grosskopf, Robert Rich, Steve Roach y Suso Saiz. Para coleccionistas serios, es esencial.

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Lstn

“COMALA” MUSICAL DE JORGE REYES
Roberto Ponce
¿Por qué no simplemente la muerte y no esta música tierna del pasado? (Juan Rulfo, Pedro Páramo)
Tiene razón Jorge Reyes cuando explica Comala, su grabación más reciente como “música sugerente”, como “un intento de restituir a la música su carácter ritual, perdido al ser concebida (cual) simple mercancía de entretenimiento que se oye de fondo y sin exigir ninguna creatividad del escucha” (Tiempo Libre, 24 septiembre de 1987)
Y es que Comala no sólo rebasa el término de “música de programa” acuñado por Liszt (Gesammelte Schriften, 1880-1883), así como la mera utilización de instrumentos prehispánicos y aquellos otros electrónicos de hoy
Comala demanda la atención del escucha, a la vez que reta su capacidad para imaginar y evaluar este disco.

Como bien sugiere Gaetan Picon (La estética y la crítica, 1957), elegimos concientemente una obra artística para amarla y gustarla, más que para dictar juicios, sin embargo, las explicaciones abundantes que Jorge Reyes ha emitido a la prensa acerca de Comala sobrarían, si no estuviesen dirigidas a que público y crítica comprendamos mejor su intención al grabar el acetato
Por principio, Reyes partió de las citas sonoras y musicales contenidas en Pedro Páramo (1955), para recrear la atmósfera del valle de Comala, aquello que Rulfo sitúa “sobre las brasas de la tierra, en la mera boca del infierno”.

En el entendido de no intentar la musicalización de la novela ni de una ópera rock rulfiana, pidió a Saide Sesín (Danza macabra, UAEM, 1983 y danzante de concheros desde 1970), la elaboración de los poemas que vibran en tres de los seis cortes (“Comala”, “Hekura”, “El ánima sola”)
“Reyes necesitaba meter voces contó a Proceso —para que en pocas palabras se dijeran muchas cosas que provocaran y evocaran sonidos: que fueran breves y que la gente jugara con ellas y las identificara como quisieran que la voz fuera parte de la composición”
“Ese es el sentido de los poemas: quedaron medio ocultos para que el escucha los recree Pero la fuerza de la palabra ahí está, utilizada en la música”
Saide Sesín ejecuta una danza con coyolis durante Nadie se libra de Tamohuanchan (paraíso terrenal azteca: “buscamos nuestro morada” según Sahagún) y su voz se escucha en otros de momentos de este viaje de Reyes, que ella define como “su lado oscuro” en contraposición a los que grabó anteriormente, Ek-Tunkul y A la izquierda del colibrí (con Antonio Zepeda, en Proceso 490).

Y así como en Pedro Páramo el orden cronológico se fractura, Reyes llamó a músicos que van “siempre con la idea de recrear un concepto: la estructura de Comala se basa en patrones rítmicos repetitivos, circulares, que detienen el tiempo, traslocan la secuencia temporal para dar un ambiente sobrenatural”.

La voz zen de Arturo Meza (Suite Koradí, 1985; Sin título, reedición 1987) participa, así como su tañido en el tambor rarámuri y su grito de eco En Nadie se libra pulsa el “mezáfono”, instrumento que él mismo define:
“Es el principio de reverberación acústica; un circuito de alambres, barras metálicas y barras en espiral, montado sobre una estructura de madera”
El pianista Humberto Alvarez, exintegrante de los Grupos de rock MCC y Casino Shangai, colabora en la mitad de discos, donde destaca su composición Adiós mi acompañamiento
El piano preparado de Alvarez ofrece sonidos de notas altas y bajas que Reyes marca con ritmos de teponaztle; el chicahuastle y los efectos de viento redondean la única pieza incidental no escrita por Reyes.

Los cinco integrantes de La Tribu (Agustín Pimentel, Alejandro Néstor Méndez, David Méndez) apoyan en cuatro temas con instrumentación y efectos múltiples
El espectro creativo de La Tribu se manifiesta con danza y música del cuerpo; percusiones varias, cantos, guitarras, violines huicholes, chirimía y otros, hasta una voz telefónica.

Hay dos intenciones evidentes en la adhesión de Héctor Rovirol: su fuego encendido en el estudio durante La diosa de las águilas recuerda la línea de Rulfo: “lluvia, intermitente, fría hirviendo en su propio hervor” Y el agua de Nadie se libra corresponde a esa otra “lluvia menuda, extraña para estas tierras que sólo saben de aguaceros”.

También, aquí, como en el tema del disco, los cantos ceremoniales de María Sabina tomados de una grabación de campo y adecuados a la tecnología moderna mediante un samplin, llevan el rezo y el rito.

Grabado por Francisco Miranda en el estudio Crystal de Polygram, Comala atrajo el reconocimiento Pieter Boer (sonido de Siguiendo la línea, el elepé con música de Kerygma) para la afortunada mezcla final.

Como Juan Preciado en búsqueda del cacique Pedro Páramo, Reyes alguna vez también inició la senda hacia Comala, y atrapado por varias lecturas de la novelas, se lanzó a “el lugar de la ruptura de los vientos” con música.
Rumor del silencio en un pueblo lleno de ecos; de risa ya viejas con cansadas de reír; con días de viento arrastrando hojas donde no hay árboles Palabras sin sentido como las que se oyen durante los sueños Lugar donde se ventila la vida cual murmullo, donde rezan las mujeres y se oyen los goznes de la tierra que giran enmohecidos.
Reyes se adentró a la recreación de Comala para hallar la libertad de creación a partir de un concepto, para encontrar al público y reencontrarse otra vez en la senda independiente, autogestiva que lo caracterizó cuando tocaba con el grupo de rock Chac-Mool.
Su música ha sido utilizada en promocionales televisivos (aparece de fondo en la telenovela El rincón de los prodigios, de Televisa) sin que él lo haya consentido Esta grabación independiente lo ha hecho más popular que cuando Polygram distribuyó su trabajo anterior con Zepeda.

Comala: Jorge Reyes (con Humberto Alvarez, Arturo Meza, Saide Sesín y La Tribu) Producción Emilio LEX 001, 1987






Notas Originales del CD

El collage musical para viajar por rutas desconocidas al umbral del tiempo Comala, lugar de la ruptura de los vientos. Espacio incierto en donde deambulan los muertos vivientes al paso de murmuraciones que se escuchan por ráfagas. Fragmentos de un recuerdo, voces que se desprenden de las ruinas, caer del agua por los tejados, gota a gota, sonido a sonido, como la memoria de Pedro Páramo en la Media luna.

Para lograr esta atmósfera nocturna, fantasmal, no exenta de sentido del humor, Jorge Reyes recurrió al collage de sonidos, instrumentos, épocas, ritmos, voces, danzas, poemas y, usando todos los medios de grabación como un instrumento más, consiguió una estructura musical muy diferente a la de sus trabajos anteriores. Comala, tercer disco solista de producción independiente, presenta la otra (estructura musical) de este compositor mexicano, su lado oscuro, más experimental.

La reunión de gritos primigenios con voces computarizadas, cantos ceremoniales de María Sabina, crepitar del fuego, clavados de pigmeno (registrados durante sus rituales de agua), danzas bailadasen el estudio de grabación, música del cuerpo, cantos y violines huicholes de La Tribu, tambores tarahumaras, voces y mezáfono de Arturo Meza, piano preparado de Humberto Alvárez, poemas de Saide Sesin, desde la portada hasta los textos, pasando por la idea de usar la voz como base rítmica, Comala es la recreación del mito del eterno retorno, tomado a partir de la novela Pedro Páramo de Juan Rulfo.











COMALA  (El lugar de la ruptura de los vientos)

Limbo donde solitario        Páramo sin aire
se transforma                       donde el tiempo
lo vívido en polvo                no respira

ADIÓS MI ACOMPAÑAMIENTO (*)

HEKURA

Despiertan los muertos
a la oscuridad
del silencio

NADIE SE LIBRA EN TAMOHUANCHAN

LA DIOSA DE LAS AGUILAS

EL ÁNIMA SOLA  (Ya se llegó la hora y tiempo)

Da otra vuelta                         A lo lejos
el infernal círculo                   suena el eco
sobre la podredumbre          del reposo
del olvido




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